La sensibilidad de los animales, especialmente de gatos y perros, hacia los fenómenos paranormales es casi un axioma. El parapsicólogo norteamericano doctor Robert Morris utilizó animales como controles en sus experimentos durante los años sesenta.
En una ocasión estuvo estudiando una casa habitada por fantasmas que era una casa embrujada y concretamente una habitación en la que había ocurrido una tragedia. Utilizó un perro, un gato, una rata y una serpiente de cascabel: Cuando hice entrar al perro menos de 1 m dentro de la habitación, sintio escalofrios empezó a gruñir a su dueño y volvió a salir por la puerta.