Anneliese Michel fue una chica alemana nacida el 21 de septiembre de 1952, que a partir de 1968 comenzó a sufrir una serie de convulsiones que los médicos de la época diagnosticaron como epilepsia. Tiempo después de la irrupción de los ataques, Anneliese empezó a ver rostros diabólicos y fantamas malignos mientras oraba, y a escuchar unas inexplicables voces que le aseguraban que tarde o temprano terminaría hirviéndose en el infierno. Tras un período de tratamiento médico, Anneliese concluyó que la ciencia no podía hacer nada por ella y que estaba poseída. Así, junto a sus padres buscó ayuda en la Iglesia Católica que, en un principio, rechazó la petición y más bien se dedicó a observar su conducta a fin de precisar si de verdad era necesario un procedimiento tan drástico como el exorcismo.