El 10 de febrero de 1912, desapareció en Barcelona una niña de cinco años llamada Teresita Guitart. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido en la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a su hija pensando que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vio llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: “¿Y la nena?”. La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña. Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: “Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti”. La pequeña se dejó llevar un trecho, pero al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, se soltó y trató de regresar. Pero la desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus gritos de escalofrio y se perdió con su presa.
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La mujer vampiro de Barcelona
Enviado por admin el 14 marzo 2010
El 10 de febrero de 1912, desapareció en Barcelona una niña de cinco años llamada Teresita Guitart. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido en la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a su hija pensando que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vio llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: “¿Y la nena?”. La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña. Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: “Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti”. La pequeña se dejó llevar un trecho, pero al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, se soltó y trató de regresar. Pero la desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus gritos de escalofrio y se perdió con su presa.
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