Anneliese Michel fue una chica alemana nacida el 21 de septiembre de 1952, que a partir de 1968 comenzó a sufrir una serie de convulsiones que los médicos de la época diagnosticaron como epilepsia. Tiempo después de la irrupción de los ataques, Anneliese empezó a ver rostros diabólicos y fantamas malignos mientras oraba, y a escuchar unas inexplicables voces que le aseguraban que tarde o temprano terminaría hirviéndose en el infierno. Tras un período de tratamiento médico, Anneliese concluyó que la ciencia no podía hacer nada por ella y que estaba poseída. Así, junto a sus padres buscó ayuda en la Iglesia Católica que, en un principio, rechazó la petición y más bien se dedicó a observar su conducta a fin de precisar si de verdad era necesario un procedimiento tan drástico como el exorcismo.
En esta observación se comprobó que durante los años 1974 y 1975, la conducta de Anneliese fue absolutamente bizarra. En su casa en Klingenberg, Anneliese insultaba, golpeaba e incluso mordía a otros miembros de su familia; no comía alimentos normales aseverando que los demonios se lo impedían; dormía en el piso de piedra y no en la cama; devoraba arañas, insectos y carbón; bebía su propia orina; durante horas y horas sin fin aullaba por toda la casa mientras rompía crucifijos, destruía cuadros de Jesús y hacía pedazos los rosarios. Sus familiares estaban con mucho miedo, y sentian terror y escalofrios cuando la veian ya que no parecia ser ella.
Ante tales signos y otros adicionales que no mencionamos pero que supuestamente llevaban a pensar en una posesión, en septiembre de 1975, el obispo de Wurzburgo, Josef Stangl, asignó al padre Arnold Renz y al pastor Ernst Arlt para el exorcismo. En el desarrollo del mismo se estableció que Anneliese se hallaba en poder de varios demonios que respondían a los nombres de Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler y Fleischmann. Desde septiembre del 75 hasta julio del 76, se efectuaron una o dos sesiones semanales de exorcismos con los habituales eventos extraños que son concomitantes a sucesos de esta clase. En esta misma época Anneliese rechazaba la comida y de allí que el último día que se llevó a cabo el rito de exorcismo, aparte de sufrir neumonía y fiebre altísima, Anneliese estaba prácticamente en los huesos. Les ruego la absolución fue la última frase que ella dirigió a los exorcistas.
La madre de Anneliese informó de la muerte de su hija el primero de julio de 1976, y ese mismo día las autoridades civiles fueron notificadas del deceso.