En octubre de 1982, comenzaron los hechos del caso conocido como El Poltergeist de Logrosán. Una familia normal, los San Román, se ven alterados por una serie de fenómenos poco comunes. Las vajillas levitaban y estallaban en mil pedazos. La viuda de 80 años rogaba a las fuerzas del más allá que no le destruyeran la casa. Vivía con su hijo, un hombre de 49 años y un nieto de 13 años.
No sólo volaban las vajillas, sombras se paseaban por sus paredes, sino que se incendiaban cosas, y lo más notable, los espejos se rompían solos, los cuadros se caían, menos los del difunto esposo de María San Román…