Un grupo de exploradores, encabezados por el geólogo suizo François de Loys, realizaba el trazado del plano geológico de la remota región del Cuboen en Venezuela, un área cercana a la frontera colombiana. Mientras descansaban de las tareas del día a las orillas del Río Tarra, en el estado Zulia, fueron atacados por un grupo de criaturas extrañas y salvajes. En principio creyeron que se trataba de osos por el tamaño y la velocidad que corrian a las víctimas. Sin embargo, pronto observaron que se trataba de criaturas del tamaño de un hombre, de mediana estatura y cubiertos completamente de pelo. Los emboscados por estos monstruos sintieron escalofrios y miedo mientras que Loys dió la órden de abrir fuego y las extrañas criaturas comenzaron escapar, a excepción de uno que cayó abatido al piso.
La criatura tenía 32 dientes, medía 1,57 metros y carecía de cola. Ninguno de los miembros del equipo, incluído Loys, un geologo reconocido conocía éste tipo de animal. Después de comprobar cuidadosamente la defunción del monstruo, decidieron dejar constancia de aquel encuentro. lo sentaron en un guacal vacío, sosteniendo su cabeza erguida con una rama y le tomaron una fotografía. Antes de volver, cargaron al animal entre varias personas pero como el viaje era largo y peligroso se tuvieron que contentar con la foto.
Hasta el dia de hoy se busca un ejemplar similar a esta extraña criatura.